La escasez de agua constituye uno de los principales desafíos del siglo XXI al que se están enfrentando ya numerosas sociedades de todo el mundo. No solemos darnos cuenta porque al abrir el grifo de casa siempre sale agua, pero en las últimas décadas el uso y consumo de agua ha crecido a un ritmo dos veces superior al de la tasa de crecimiento de la población y, aunque no se puede hablar de escasez hídrica a nivel global, va en aumento el número de regiones con niveles crónicos de carencia de agua. Una parte muy notable de España ya sufre estrés hídrico y otra parte va rápidamente en camino de ello. Por lo que es un problema del que todos deberíamos tomar conciencia, ya que nos impacta o nos impactará de lleno en los próximos años.
En este escenario, queda claro que el futuro pasa por la investigación, por el desarrollo de nuevas técnicas, sistemas y equipos, por la innovación. Ello representa un reto, a la vez que una oportunidad para los científicos, técnicos e investigadores que queremos desarrollar nuestra actividad en este sector y aportar nuestro conocimiento a su desarrollo y adaptación a los nuevos retos, tratando de aportar soluciones para cambiar las cosas. La actividad investigadora debe tener un papel protagonista en la gestión del agua.
Tengo la fortuna de trabajar en una empresa muy implicada en este sentido. En los últimos años Aqualia ha desarrollado 10 patentes y mantiene activos 20 proyectos de investigación, casi todos relacionados con la modernización de las infraestructuras hidráulicas, la generación de nuevas tecnologías y aplicaciones, la gestión inteligente de estas instalaciones y su reconversión para hacerlas más sostenibles.
Además, trabajamos en estrecha colaboración con los agentes implicados (operadores y jefes de planta, responsables de calidad de agua, laboratorios, electricistas, mecánicos…). Ello nos permite detectar y trabajar conjuntamente en los problemas y puntos de mejora que puedan surgir a diario en situaciones reales. Pero, además, nos facilita la transferencia de tecnología y conocimiento generado. De esta manera nuestro trabajo y los resultados obtenidos tienen un impacto directo en la compañía, algo muy gratificante para nosotros como investigadores, ya que percibimos que nuestro trabajo es apreciado y útil para los ciudadanos.
Por lo tanto, el contacto con el mundo científico, con la innovación, la técnica y las nuevas ideas impregnan a todo el equipo y todos los procesos de Aqualia. Los que trabajamos directamente en ello no somos un grupo aislado y encerrado en nosotros mismos, sino que estamos en el día a día de la empresa, vemos los procesos de primera mano, los problemas, las situaciones de mejora y cómo se pueden implementar de una forma comprensible, de la mejor manera en la que los avances en la ciencia y la tecnología se pueden traducir en soluciones reales.
Muchos de estos proyectos de investigación están impulsando un cambio radical en los procesos de tratamiento y depuración de las aguas, buscando soluciones no solo innovadoras sino además sostenibles, pues propician la reducción del consumo energético o permiten producir nuevas fuentes de energía. Con nuestro trabajo tratamos de ser útiles a la sociedad.
Llegado a este punto quisiera poner en valor uno de estos proyectos cuya investigación tengo la suerte de coordinar junto a un magnífico equipo de profesionales. El proyecto MIDES, financiado por la Unión Europea, tiene como objetivo desarrollar un sistema único e innovador para la obtención de agua potable mediante procesos avanzados de desalación con bajo coste energético.
El proyecto MIDES busca conseguir desalación a bajo coste y depuración de aguas residuales simultáneamente mediante la tecnología de MDC (Microbial Desalination Cell, o Celdas de Desalación Microbiana en castellano). Concretamente, en este novedoso sistema se tratan dos corrientes de agua, la depuración de aguas residuales y desalación de agua salada, aprovechando el agua residual, la materia orgánica contenida en ella, como recurso para producir energía que será utilizada para desalar agua. Se basa en el uso de sistemas bioelectroquímicos que, mediante la acción de bacterias, generamos una corriente eléctrica que usamos para desalar una corriente de agua. Es un sistema muy novedoso que permitirá solucionar dos problemas al mismo tiempo, con un mínimo consumo de energía, lo que supone un gran paso adelante en la sostenibilidad de los procesos.
La primera demostración de los avances en este proyecto la hemos realizado recientemente en la planta de desalinización de agua salobre Racons en Dénia (Alicante) donde además hemos inaugurado un avanzado Centro de Innovación en Desalación. En este Centro se están investigando nuevos sistemas de desalación de bajo coste, así como sistemas de pretratamiento y post-tratamiento con un máximo de calidad y un mínimo de consumo energético.
El objetivo es avanzar en la sosteniblidad general de los procesos, desarrollo de nuevas tecnologías o elementos que mejoren las situaciones actuales. El Centro, que tengo el orgullo de dirigir, no solo es puntero en tecnología, sino que además cuenta con personal de alta capacitación, especialistas en sus campos de trabajo que desarrollan investigaciones a alto nivel europeo.
Con todo ello, confío en haber reflejado parte de lo que la investigación y la ciencia significan para Aqualia y para todos los que trabajamos con el mundo científico. Juntos buscamos soluciones que, sin duda, se van a plantear en el futuro y que nos obliga a aportar nuestro granito de arena.
La investigación y el desarrollo apoyan la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU dentro de su Agenda 2030. La Ciencia, la Tecnología y la Innovación constituyen una herramienta fundamental para implementar la Agenda, ya que permitirán mejorar la eficiencia tanto desde el punto de vista económico como medioambiental, desarrollando nuevas y mejores vías sostenibles de satisfacer las necesidades del planeta.
Juan Arévalo
Jefe de proyectos de I+D+i de Aqualia